Nos acercamos al final del año y comenzamos a pensar en una nueva etapa, en nuevas oportunidades, pero en muy pocas ocasiones caemos en la cuenta de que «si no me perdono por todo aquello que no he podido hacer, no podré avanzar en nuevos caminos»
Es esencial para que los nuevos propósitos puedan realizarse, haber cerrado todas esas heridas, pequeñas o grandes, que nos han llevado a proponernos nuevos retos, nuevos propósitos. Comenzar un nuevo cambio sobre las heridas no sanadas de tu pasado, es comenzar con sufrimiento y dolor.
Por eso yo siempre termino mi año perdonándome/respetándome:
Me perdono por haber hecho todo el deporte que me había propuesto.
Me respeto por haber priorizado mi descanso frente al hacer deporte.
Me perdono por no aceptar que mi cuerpo es bello tal y como es.
Me respeto por haber dejado de obsesionarme por cambiar mi estética.
Me perdono por haberme alejado demasiado de mis amistades.
Me respeto por necesitar afecto y esperar que fueran otros quienes me contactaran.
Me perdono por…
Me respeto cuando…
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