Consejos para Prevenir las Rabietas con amor y respeto

Para niños y “Peter Panes”

Cualquier Padre y Madre conoce el tema del que quiero hablaros en este pequeño artículo. Y lo peor es que las rabietas no se restringen a los niños y niñas de dos años, sino que en ocasiones hay regresiones en momentos conflictivos como puede ser el cambio de etapa escolar, problemas en casa, o cualquier momento en el que gestionar las emociones se hacen complejas para una persona.
Hoy quiero mostraros algunas formas de reaccionar cuando aparecen y daros algunas pautas diarias para ir previniéndolas, o al menos minimizarlas al máximo.
En ambos son pautas que provienen de la metodología de trabajo Montessori, aplicadas a estos casos.
Para Handudy Thinking también están los “Peter Panes”, que son esos jóvenes y adultos que no aprendieron en su infancia a gestionar ese cúmulo de emociones, sensaciones  e ideas, en situaciones conflictivas y que estallan en enfados, que de tener dos años, estaríamos hablando de una Rabieta. Pues para ellos también va este artículo, para que se auto-apliquen algunas estrategias y conozcan la raíz de sus “rabietas”

¿Qué es una rabieta?

Las personas, cuando estamos conformando nuestra personalidad, ya sea en la infancia o en tiempos de cambio adulto, necesitamos reafirmarnos, necesitamos decidir por nosotros mismos, necesitamos hacer explícitas nuestros intereses, deseos, lo que queremos hacer y en el momento en el que nosotros decidimos.
A estoy que unir que tenemos la tendencia adulta de intentar decirle a los más pequeños siempre, lo que deben hacer y cómo deben hacerlo. Si con demasiada frecuencia se obstaculiza sus acciones, sus deseos, la tensión interior aumenta y si no se les ayuda a canalizarlos se generan emociones negativas. Este coctel emocional y tensional cuando no se saben gestionar, algo habitual en la infancia, hace explotar la rebelión natural de las personas y surge la “Rabieta”. Es una forma de expresar un conflicto interno con una decisión externa, impuesta y no asumida.
La tendencia natural de las personas (a todas las edades) es querer hacer las cosas por nosotros mismos, decidir de manera autónoma, sin embargo Montessori ya comentaba que las madres y los padres, cuando sus hijos comienzan a mostrar sus preferencias, a ser autónomos, a mostrar intereses, con demasiada frecuencia aparece el “no” en nuestro vocabulario. Olvidamos que son personas con criterio, aún sin formar del todo, y que debemos adaptarnos para que aprendan también a decidir por sí mismos.
Nos empeñamos en querer decir todo por ellos, sin ellos y olvidamos que eso apaga su aprendizaje autónomo.

Y no debemos olvidar que hay un factor adulto en las rabietas, que es la pérdida de control (perder los nervios) de los padres y madres, en especial por que las circunstancias no suceden como nos habíamos imaginado o como pensábamos que deben ocurrir…sin haber considerado que hay una persona más en la ecuación y es nuestra hija o nuestro hijo. Y ese es el momento en el que les gritamos y reaccionamos de forma desproporcionada a lo que han hecho; estos son nuestros “Peter Panes”

Por tanto tenemos claro que una rabieta se produce cuando una persona, niño o adulto, no sabe expresar sus emociones de enfado y/o frustración de una manera apropiada y asertiva (con palabras), y en lugar de eso da salida a esa emoción a través de un comportamiento inapropiado y comienza a llorar, gritar, patalear, golpear objetos o personas, dar bocados, entre otras cosas.

En el caso de niños muy pequeños es habitual que todavía no tengan un lenguaje muy desarrollado y por eso no pueden comunicar cómo se sienten, y en el caso de niños más mayores o de adultos, es posible que aunque puedan hablar no sean capaces de identificar cómo se sienten, aceptarlo y expresarlo de manera apropiada.

Por tanto en una rabieta hay muchos factores que intervienen en el conflicto y al menos dos personas, no lo olvides porque una siempre eres tú como adulto.

No viciamos al niño cuando cedemos a sus caprichos, si no cuando le impedimos vivir impulsándole hacia las desviaciones. María Montessori.

Hablar de rabietas es hablar de emociones y por tanto hay algo esencial en el crecimiento infantil y en la maduración de la relación madre-padre e hijos, y es que cada día se vayan acercando más, conociéndoos, aprendiendo juntos, pues es una relación humana como otra y hay que cuidarlas.

Las rabietas debemos tratarlas desde el amor y el cariñó que tenemos a nuestros hijos e hijas, desde el respeto mutuo de personas que están aprendiendo a su modo y su nivel. Que no os aleje emocionalmente.

Apagando el fuego de una Rabieta

Ninguna de estas pautas van a resolver del todo una situación de rabieta, las personas no somos tan simples, pero si te ayudarán a ir reduciendo la tensión de la situación y te ayudará a pensar con mayor claridad.

1. El primer paso, ahora que sabemos por qué se produce una rabieta es intentar las causas, que casi siempre es la pérdida total del control de las emociones y tenemos un enfado mal gestionado. También pasa en el niño de nuestro interior, en el caso de “Peter Panes”.
Entonces lo primero que debemos hacer ante una rabieta es preguntarnos de dónde viene ese enfado, el suyo y el nuestro si es el caso. En cada caso el origen del enfado va a ser diferente, y no siempre va a ser fácil identificarlo.

2. Cambia tu forma de pensar sobre la rabieta que estás viviendo, piensa que si tu hijo no lo hace por gusto ni para sacarte de tus casillas, ni para probar tus límites.
Tener una rabieta no es agradable, a nadie le gusta esa sensación de perder el control, y los niños no son una excepción. En vez de ponerte a la defensiva, muéstrale que estás de su lado.

3. Mantén el control y sé consciente de cómo te sientes tú. Es muy importante que los padres seamos capaces de controlarnos, ya que los niños imitan lo que ven.
Si ante una rabieta tú también entras en descontrol emocional, en un ciclón emotivo, y le gritas eso seguiré reafirmando su frustración y descontrol.
Si respiras hondo, te calmas, y buscas como objetivar y comienzas a hablarle, lo percibirá como una herramienta para el futuro, aún que en ese momento no pueda calmarse. Recuerda que aprenden de lo que ven.

4. No pretendas razonar con una persona, y menos con un niño, que está en el ciclón emocional de la rabieta. En ese momento el cerebro está químicamente secuestrado por la amígdala y pierde en gran parte la capacidad de razonar, reacciona de manera instintiva.
Espera a que haya comenzado a surgir la calma… y eso pueda tardar poco o mucho. No desesperes porque nada de lo que hagas o digas en un ciclón emocional sirve para nada.

5. Utiliza tu capacidad de empatizar porque cuando el cerebro percibe empatía el nervio vago relaja el cuerpo y va reduciendo la química amigdalar. La empatía hace que un cerebro en ciclón emocional, se calme y se abra a la comunicación externa de la persona con la que empatiza.

6. Cuando vayas a hablarle, ponte a su altura mirándole a los ojos, agáchate si es necesario, le estarás mostrando que le respetas y que no te sientes superior, transmites la idea de estar juntos en esto.
Los niños pequeños atienden mucho más al lenguaje corporal y no verbal, pues ha sido hasta ahora su principal fuente de información, cuando no entendían tus palabras. Aprovecha ese aprendizaje.

7. Ayúdale a identificar la emoción que está sintiendo, y mostrarle la que tú también sientes. Es importante no juzgar de buena ni mala la emoción, enfadarse no es malo. Lo erróneo es no saber cómo nos sentimos y no saber expresarlo.
Ponerle una etiqueta a lo que está viviendo es neuronalmente bueno y provoca la calma, pues el cerebro lo etiqueta, le da nombre y por tanto ya existe y puede gestionarlo. Ayuda a tu hijo a poner nombre a todas las emociones, eso ayuda a tomar el control.

Libros como “El monstruo de los colores” de Anna Llenas Serra te puede ayudar en esta tarea con niños hasta los 7 años y “Universo de emociones” de Rafael Bisquerra en el caso de “Peter Panes”.

En próximas situaciones, haber nombrado emociones, le ayudará a verbalizar como se siente, a comunicarlo de manera apropiada.

8. Hay preguntas que pueden ayudar a localizar cual es el problema de fondo a la par que también ayudan a calmar y ayudarles a ir identificando las emociones que le tiene atrapado. No siempre vamos a tener respuesta, pero mostramos interés en lo que le ocurre y les ayuda a sentirse aceptados. Algunas de ellas:
– ¿Cómo te sientes?
– Parece que estás muy enfadada/o, ¿estás enfadada/o? ¿Estás triste?
– A lo mejor puedo hacer algo para que te sientas mejor, ¿qué necesitas?
– ¿Querías hacer algo y no te he dejado?

9. Es importante que conozcas a tus hijos, pues hay niños y niñas que nada de lo anterior funcionará hasta que pase un tiempo en silencio o soledad. En el caso de “Peter Panes” es muy común que no nos apetezca hablar hasta que se enfríe por sí sólo el ciclón emocional.
Con los niños ocurre igual, si ofrecemos ayuda y la rechazan tenemos que respetarlos, únicamente nos aseguramos de que durante la rabieta no se hagan daño a sí mismos ni a otras personas ni al entorno, y les decimos que estamos disponibles si nos necesitan. Esto puede requerir mucho tiempo en algunos, no desesperes.

10. Cuando haya pasado la rabieta, aprovecha esta situación para aprender juntos, pero con amor, cariño y sin recriminaciones. Reflexiona con ellos de cuales han sido las causas de la rabieta, recapitula las emociones que habéis vivido juntos y poner juntos pautas para en el futuro poder solucionar todo eso sin tener que perder el control y llegar a la rabieta.

La temida rabieta puede ser una de las experiencias más desagradables de la paternidad. Ya sea en público o en privado, puede convertir al instante en el ser más desagradable y repulsivo del planeta a la persona que es dueña de nuestro corazón y que mueve montañas con una hermosa sonrisa”  Daniel Siegel (El Cerebro del niño)

Aspectos diarios para ir reduciendo la frecuencia de las Rabietas

Hay muchas pautas que podríamos darte para prevenir las rabietas a medio plazo, pero vamos a ofrecerte 10 que pueden servirte, para no alargarnos mucho.
Recuerda que desde la metodología Montessori los niños y niñas son una semilla que plantamos y la alimentamos con nuestra vida, nuestra mor, nuestra dedicación, pero que la capacidad de crecer por si sola de la semilla también debemos tenerla en consideración.

  1. En la medida de nuestras posibilidades debemos hablarle a nuestros hijos e hijas siempre con amabilidad (que eso no le quita firmeza), amor, respeto y empatía. Deben sentir que los respetamos como personas y que pueden tener en nosotros un referente adecuado. Nada de esto quita el corregir actuaciones, pero si la forma en la que las hacemos.
  2. Debemos trabajar en casa la inteligencia emocional, ponerle nombre a las emociones. Ponerle nombre a los sentimientos ayuda a procesarlos por nuestro cerebro y saber que nos pasa y poder actuar en consecuencia. Os invitamos a conocer todas las emociones que existen e incluso tenerlas visibles durante un tiempo en casa, para poder localizarlas. Esto es un trabajo de madres, padres e hijos, no sólo de los más pequeños.
  3. Nuestros hijos e hijas deben tener un trabajo interesante y relevante en casa, algo que deban hacer y les motive. Debemos dar la posibilidad que ayuden en tareas reales y adaptadas a su edad. Y es importante que delegues la tarea y te apartes, observando desde lejos, no vayas por detrás recordándole lo mal que ha hecho la tarea de la que es responsable. Si no lo ha hecho del modo que pensabas y hay que corregir, primero acepta que a veces hay formas diversas de hacer las tareas y si hay que remediar algo, con cariño dile como.
  4. Debemos prestarle suficiente atención, y pasar con ellos tiempo que sea de calidad. Si tienes cosas que hacer en casa, busca la forma de que te acompañe en ellas, integrándoles en las tareas o físicamente en tu espacio. Siempre puede poner una silla a tu lado y darles materiales de creatividad para que te hagan compañía. En ocasiones sólo quieren estar contigo.
  5. Para corregir conductas diarias explícale las consecuencias naturales y/o lógicas de sus actos y no trates de sobornarle para conseguir un cambio de conducta. Si acabas la comida ponemos la televisión. Si te portas bien vamos al parque.
    El problema está en las expectativas que nosotros como adultos tenemos en estas situaciones, pues solemos pedirles cosas que sabemos que no van a cumplir…y ellos lo saben y les genera frustración y por tanto la rabieta. Cuando este sistema es habitual en casa y llega un momento en el que nadie le “promete” algo, nuevamente aparece la frustración y por tanto la rabieta.
  1. Evita abusar del “no” como respuesta ante una demanda de tus hijos. Deja que te razone, a su nivel, su propuesta, escúchalo antes de responder y si la respuesta final sigue siendo negativa busca alternativas. Desde el cariño y el respeto deber ser una persona creativa, te dejamos alguna idea: (esto da para otra clase)
    ¡No hagas eso! ¡No corras! ¡No toques ahí! ¡No grites!, siempre podemos sustituirlas por:
    ¿Quieres que salgamos a jugar juntos? ¿Quieres sentarte conmigo aquí a dibujar? ¿Quieres que cantemos una canción? Si hablas tan fuerte dejo de entenderte.
  1. Acostúmbrale a tomar elecciones sencillas y tú a darle elecciones, ya que es muy frecuente que la causa de una rabieta esté en la rebelión a una orden autoritaria o ante una decisión que perfectamente podría ser de otra forma y sin embargo se la han impuesto sin dejarle decidir.
    Pero ojo, dar elecciones no es sobornar las elecciones son razonables, respetuosas y lógicas.
    Para dar elecciones puedes plantearle opciones cerradas (dos o tres diferentes) y que él/ella decida y le haces saber las consecuencias lógicas de cada opción.
  1. Negociar no es malo, si se sabe hacer. Negociar opciones no es ceder a los caprichos de tu hijo, es mostrar que hay márgenes razonables en la toma de decisiones y que todo lo que queda en ese margen es aceptable.
    Unos días cedemos y otros negociamos, así es la vida y así son las relaciones humanas sanas. Eso también se lo enseñamos a nuestros hijos e hijas, con nuestra forma de actuar.
  1. Evita contarles los planes a última hora, el estrés y los nervios ante los cambios repentinos es algo muy habitual y detonadores de las rabietas. Habla con tus pequeños y cuéntales lo que vais a hacer o lo que va a pasar con anticipación, con claridad, sencillez y sinceridad, sin olvidarte del cariño y la cercanía. Poder anticiparse a lo que pasará y lo que sentirán ayuda a que gestionen con más tranquilidad sus propias emociones.
  2. Crea rutinas, rutinas y más rutinas y se consiente que cuando las rompas se lo debes contar, por que perderlas es la primera causa de las rabietas. Pero tener rutinas también ayuda a prevenirlas.
    Establecer orden en las actividades de cada día les ayuda a controlarse y asumir los cambios de actividad diaria con serenidad. Si saben que cosas vienen después de otras, porque siempre es así o porque se lo hemos contado, se minimiza el riesgo de sufrir una rabieta.

Si te ha gustado esta mini clase virtual y prefieres profundizar en tu caso concreto, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estamos para ayudarte y lo hacemos con un método de trabajo innovador.

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